domingo, 21 de octubre de 2018

#otoño


Estoy en otoño. Empiezo a mirar mi cuerpo queriendo recordar como fue.
En el espejo mi sonrisa se vuelve complaciente, mis ojos se acercan más, y más, mi pupila colorea la ilusión que aún la hace brillar.
Mi vientre se asoma a la cintura, la trasciende, la rebosa como si del mismo mar se tratara, y mis pechos que deberían alzarse erguidos me recuerdan cada día a la adolescente que dejé de ser hace 40 años, han vuelto con su pueril encanto, con su timidez, a resbalarse sobre mi piel.
En este otoño me asomo a mis piernas buscando el poder que tuvieron. Esas que me han hecho andar por la vida, recorrer futuros impensables, levantarme de lugares que no existen, las que me trasladan por la cotidianidad, me dan el contacto on la tierra, me desplazan sobre mi universo.
Mis brazos apenas recuerdan la tersura de mis músculos, y sin embargo reconocen cada cuerpo con los que se fundieron, las cabezas que sujetaron, los corazones que amaron y se siguen fundiendo en ellos en todos y en cada uno.
Solo mi collar de Venus me lleva, remotamente, a la mujer que fui, y coqueto se sigue mostrando dispuesto, queriendo ser deseado, besado, amado.
Frente a mí trato de explorarme, como una tierra virgen y fértil, para no tener que recordarme y me encuentro en cada poro, cada nueva mancha que me aporta la edad.
Estoy en otoño. quiero encontrar el sereno equilibrio que mi mente puede darme. Solo se trata de eso. Soy mujer, quiero contemplar mi cuerpo y ver que el tiempo se deposita en mí con sabiduría y nostalgia.