Claudio tiene apellido de dibujante italiano, Marcoleta, y parece que vino predestinado a ello. Él es un niño, su voz, sus maneras, su mirada es la de aquel niño que fue y que la vida le quitó. Pero aún así él le acompaña y no deja que se vaya del todo.
Con Caludio hubo recetas de pasteles imposibles, abrazos de madrugada en las fiestas más secretas, Valpo, la luna sobre los Andes. Llegó a mi casa porque era amigo de mi compañero de piso y decidió quedarse para siempre, aún cuando yo me fui. Gracias, siempre habrá un perro vago y una casa en el aire que te traiga conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario